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Nuestro estado de ánimo fluctúa naturalmente a lo largo del día y en respuesta a diferentes situaciones. Es normal sentirnos tristes, alegres, enojados o ansiosos en distintos momentos. Sin embargo, cuando estas fluctuaciones del estado de ánimo se vuelven extremas, persistentes e interfieren con nuestra capacidad para funcionar en la vida diaria, pueden ser indicativas de un trastorno del estado de ánimo. Los trastornos del estado de ánimo son condiciones de salud mental que afectan la forma en que una persona se siente, piensa y se comporta.
En esta guía completa, exploraremos qué son los trastornos del estado de ánimo, sus diferentes tipos, los síntomas característicos y la prevalencia de estas condiciones en la población.
Los trastornos del estado de ánimo, también conocidos como trastornos afectivos, son un grupo de condiciones psicológicas que se caracterizan por alteraciones significativas en el estado de ánimo. Estas alteraciones pueden manifestarse como una tristeza profunda y persistente (depresión), como una euforia o irritabilidad anormalmente elevadas (manía o hipomanía), o como una combinación de ambos estados (trastorno bipolar).
Los trastornos del estado de ánimo se clasifican en diferentes tipos, según la naturaleza, la duración y la intensidad de los síntomas. Los principales tipos incluyen:
Se caracteriza por la presencia de uno o más episodios depresivos mayores. Un episodio depresivo mayor implica un estado de ánimo deprimido o una pérdida de interés o placer en casi todas las actividades durante al menos dos semanas, acompañado de otros síntomas como:
Sentimientos persistentes de tristeza, vacío o desesperanza.
Pérdida de interés o placer en que actividades antes se disfrutaban (anhedonia)
Cambios significativos en el apetito o el peso (pérdida o aumento).
Alteraciones del sueño (insomnio o hipersomnia).
Fatiga o pérdida de energía.
Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
Dificultad para concentrarse, tomar decisiones o pensar con claridad.
Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
Se caracteriza por un estado de ánimo deprimido crónico que dura al menos dos años en adultos (o un año en niños y adolescentes). Los síntomas son menos intensos que en el trastorno depresivo mayor, pero más persistentes.
Se caracteriza por la alternancia entre episodios de depresión y episodios de manía o hipomanía.
Se caracterizan por un estado de ánimo anormalmente elevado, expansivo o irritable, que dura al menos una semana (o cualquier duración si se requiere hospitalización). Se acompaña de síntomas como:
Autoestima exagerada o sentimientos de grandeza.
Disminución de la necesidad de dormir.
Verborrea o presión para hablar.
Fuga de ideas o pensamientos acelerados.
Distracción.
Aumento de la actividad dirigida a objetivos (sociales, laborales, académicos o sexuales) o agitación psicomotora.
Participación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potencial de consecuencias dolorosas (compras compulsivas, indiscreciones sexuales, inversiones imprudentes).
Similares a los episodios maníacos, pero menos intensos y de menor duración (al menos cuatro días consecutivos). No suelen causar un deterioro significativo en el funcionamiento social o laboral, ni requieren hospitalización.
Se caracteriza por la presencia de al menos un episodio maníaco, que puede estar precedido o seguido de episodios depresivos mayores o hipomaníacos.
Se caracteriza por la presencia de al menos un episodio hipomaníaco y al menos un episodio depresivo mayor. Nunca ha habido un episodio maníaco.
Se caracteriza por fluctuaciones crónicas del estado de ánimo durante al menos dos años (o un año en niños y adolescentes), con periodos de síntomas hipomaníacos y periodos de síntomas depresivos que no cumplen los criterios para un episodio completo.
Se caracteriza por episodios depresivos que ocurren durante una época específica del año, generalmente en otoño o invierno, y remiten en primavera o verano. Se cree que está relacionado con la disminución de la luz solar durante los meses más cortos del año.
Los síntomas de los trastornos del estado de ánimo pueden variar según el tipo específico y la persona afectada. Sin embargo, algunos síntomas comunes incluyen:
Síntomas emocionales:Tristeza, ansiedad, irritabilidad, apatía, desesperanza, sentimientos de vacío, culpa excesiva, baja autoestima.
Síntomas cognitivos:Dificultad para concentrarse, problemas de memoria, pensamientos negativos recurrentes, indecisión, pensamientos de muerte o suicidio.
Síntomas físicos:Fatiga, cambios en el apetito y el peso, alteraciones del sueño, dolores de cabeza, problemas estomacales, tensión muscular.
Síntomas conductuales:Aislamiento social, pérdida de interés en actividades placenteras, abandono de responsabilidades, cambios en el nivel de actividad (agitación o enlentecimiento), abuso de sustancias.
Los trastornos del estado de ánimo son muy comunes en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS):
Se estima que la depresión afecta a más de 280 millones de personas en el mundo.
El trastorno bipolar afecta a alrededor de 40 millones de personas en el mundo.
La depresión es una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial.
Los trastornos del estado de ánimo pueden afectar a personas de todas las edades, géneros y orígenes.
No existe una causa única para los trastornos del estado de ánimo. Se cree que son el resultado de una interacción compleja de factores:
Genética: Existe una predisposición genética a desarrollar trastornos del estado de ánimo.
Biológicos: Alteraciones en los neurotransmisores (como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina) y en la estructura y función de ciertas áreas del cerebro.
Psicológicos: Eventos traumáticos, estrés crónico, baja autoestima, patrones de pensamiento negativos.
Ambientales: Factores estresantes como problemas económicos, problemas familiares, enfermedades crónicas, abuso de sustancias.
El diagnóstico de los trastornos del estado de ánimo lo realiza un profesional de la salud mental, como un psicólogo o un psiquiatra. El diagnóstico se basa en una evaluación completa que incluye:
Entrevista Clínica: Para evaluar los síntomas, la historia clínica y el contexto personal del individuo.
Examen Físico: Para descartar otras condiciones médicas que puedan estar provocando los síntomas.
Evaluaciones Psicológicas: Se pueden utilizar cuestionarios y pruebas estandarizadas para evaluar el estado de ánimo y la gravedad de los síntomas.
El tratamiento de los trastornos del estado de ánimo suele ser multimodal e individualizado. Las opciones más comunes incluyen:
Psicoterapia: La terapia psicológica, como la terapia cognitivo-conductual y el psicoanálisis, puede ayudar a las personas a comprender y manejar sus emociones, modificar patrones de pensamiento negativos y desarrollar estrategias de afrontamiento.
Medicamento: Los antidepresivos, los estabilizadores del ánimo y otros medicamentos pueden ser recetados por una psiquiatra para ayudar a regular el estado de ánimo.
Cambios en el estilo de vida: Adoptar un estilo de vida saludable, que incluya ejercicio regular, una dieta equilibrada, un sueño adecuado y técnicas de manejo del estrés, puede contribuir a la mejora del estado de ánimo.
Apoyo Social: Contar con el apoyo de familiares y amigos es fundamental para la recuperación.
Los trastornos del estado de ánimo son condiciones serias que pueden afectar significativamente la calidad de vida de las personas. Sin embargo, con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, es posible manejar los síntomas y alcanzar una vida plena y satisfactoria. Si tú o alguien que conoces presenta síntomas de un trastorno del estado de ánimo, no dudes en buscar ayuda profesional. La recuperación es posible, y hay esperanza para un futuro mejor.
Si te identificas con los síntomas descritos en este artículo o te preocupa tu estado de ánimo.